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domingo, 24 de febrero de 2013

Ruta de senderismo: El Valle de las Batuecas

Unknown
Los vestigios del pasado entre las localidades de la Alberca y Las Mestas

Longitud del recorrido: 13Km
Dificultad: Media
Tiempo aproximado: 5 horas
Fecha: 08/02/13

¡Ahora sí! Cogemos un vuelo desde Londres para sumergirnos en nuestra Castilla, envuelta en tranquilidad, belleza, y originalidad. Escogemos el singular emplazamiento del Valle de las Batuecas, para conocer el cuerpo y el misterio que alberga.



Cuando era pequeño, nuestros profesores se esforzaban por evitar que estuviéramos en Las Batuecas. Expresión utilizada en Castilla para referirse al embelesamiento de una persona. Con los años echados a la espalda, discrepo en la doctrina impartida. Es necesario estar en Las Batuecas, para reconstruir los recuerdos y ver el reflejo de uno mismo en las cristalinas aguas del rio Batuecas.
A primera hora de la mañana, con el sol alumbrando como un foco El Santuario de la Peña de Francia, partimos de Aldeanueva de la Sierra. Tomamos el camino que recorre los pueblos de Cereceda de la Sierra, El Cabaco, y La Alberca.



Cuando llegamos a la Casa Del Parque de las Batuecas – Sierra de Francia, al Aula Arqueológica de las Batuecas, y al Parque de Aventuras  tenemos la sensación de que algo especial nos vamos a encontrar por el camino. A partir de este momento, puedo decir como motorista, que las curvas y paisajes que nos encontraremos acariciarán nuestros equipos por la carretera que comunica La Alberca con las Hurdes. Abrigados por centenarios robles, castaños, pinos y helechos, tenemos una suave subida hasta el Portillo de las Batuecas. Con 1.230m de altitud sobre el nivel de mar, tendremos unas impresionantes vistas de Las Batuecas, la comarca de las Hurdes (Embalse de Gabriel y Galán, Pico Rongiero, Peña Mesa del Francés, Peña el Huevo, entre otros) y la Sierra de Francia.





Llegados a este punto comenzaremos el descenso del Valle de las Batuecas. Descenso abrupto y con numerosas curvas en las que podremos disfrutar de miradores para saborear las increíbles vistas. ¡Podemos respirar la grandeza y paz del lugar!






Después de 13 Km, llegamos a un aparcamiento, donde dejaremos el vehículo y nos cargaremos la mochila a la espalda, para comenzar nuestra ruta de senderismo por el Valle de las Batuecas. Seguiremos un tramo peatonal de 1000 metros donde se nos informará de los bosques, fauna e intereses geológicos de la zona.

 

El gran complejo enclavado entre las montañas, es el Desierto de San José de Las Batuecas, testigo de leyendas y misterios. El Convento de la orden de Carmelitas Descalzos sostiene las huellas del pasado entre sus paredes. Fue fundado en el s.XVI por el padre Tomas de Jesús, y sufrió a lo largo de los años varios incendios y expulsiones. Gracias a las acciones de reconstrucción realizadas por Santa Maravillas de Jesús en 1950, el monasterio conserva su esencia. En la actualidad, es casa de Frailes de Carmelitas Descalzos, espacio de acogida para todas aquellas personas que quieren acercarse a vivir un tiempo de silencio.


Tomamos un camino a mano izquierda, para adentrarnos en el valle y disfrutar del silencio de la naturaleza. Nuestro objetivo es llegar al famoso Chorro de las Batuecas, por una senda de 11Km señalizada por montoncitos de piedra. El tiempo estimado de realización es de 5 horas.






La actuación y presencia del hombre se manifiestan desde antiguo (superior a 4.000 años) en los abrigos naturales (“Canchales”). Pinturas rupestres de animales y figuras humanas. "Canchal de las Cabras Pintadas" y el "Canchal del Zarzalón".

 

Increíbles vistas nos encontraremos a nuestro paso...



















Después de 2 horas y media, empezamos a escuchar la agradable melodía del agua saltando sobre rocas de cuarcita. Hemos llegado al Chorro de las Batuecas. El sol y el increíble paraje natural nos invitaron disfrutar de pan de pueblo y embutido de la Sierra. En ese momento, comprendí las palabras de López de Vega: “Las Batuecas, el lugar de perpetua felicidad.









El regreso, lo realizamos por el camino andado, con la agradable puesta sol y la satisfacción de tener un cansancio que echábamos de menos.




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